La elevada presión impositiva es uno de los factores que explican el bajo grado de bancarización e inclusión financiera en nuestro país. En Argentina, los tres niveles de Gobierno (nacional, provincial y municipal) imponen altas cargas impositivas a los usuarios del sistema financiero. Esto eleva el costo de los préstamos y demás servicios bancarios al que acceden los usuarios y empresas, reduce el retorno de los ahorros y afecta la eficiencia del sistema financiero como intermediador de recursos de la sociedad. En esta Nota Técnica se aborda la cuestión de las tasas municipales.
Las tasas municipales no son un impuesto, sino que son pago de los contribuyentes en contraprestación por los servicios que les brindan los municipios, tales como alumbrado, barrido, limpieza, seguridad e higiene. Por ello, las tasas municipales deben mantener relación con el servicio efectivamente prestado a quienes se las cobran. Sin embargo, en los últimos años varios municipios cobran tasas desproporcionadas, sin relación con los servicios que prestan. Son una forma de extraer recursos de los usuarios financieros a cambio de nada, lo que les quita legitimidad y torna cuestionable su legalidad.
Las nuevas tecnologías y hábitos hacen que la afluencia de gente a las sucursales bancarias sea menor. Ello genera interrogantes sobre las subsistencias de sucursales físicas y es un tema bajo análisis en todo el mundo. Pero, en muchos lugares de Argentina, la mayor amenaza para las sucursales son las tasas municipales que deben soportar.
Tasas municipales en números
Las tasas municipales que pagaron los bancos en enero de 2023 fueron, en promedio, de $ 3.000.000 por sucursal, según el relevamiento que realizó ADEBA de forma privada. Es decir, un banco que cuenta con 500 sucursales debe desembolsar aproximadamente $1.500 millones mensuales tan solo para compensar los servicios prestados por los municipios en donde tiene las sucursales, aunque en la práctica esa cifra excede en mucho lo justificable por servicios efectivamente brindados por los municipios.
Vale señalar que hay entidades financieras que llegan a pagar $ 6.800.000 en promedio por mes en concepto de tasas municipales. De hecho, hay localidades que llegan a cobrar más de $ 25.000.000 por mes a una sucursal que opera dentro de su territorio, lo que equivale a más de 55 salarios bancarios promedios. Es decir, en esas localidades la tasa municipal que debe pagar una sucursal es varias veces más de lo que paga por la masa salarial.
Por su parte, si se toma un ranking de las 10 localidades que mayores tasas municipales cobran a los bancos, el promedio supera ampliamente los $ 10.000.000 por mes. Con esos niveles de tasas las sucursales se transforman en inviables. Es seguro que en esos municipios no se instalarán nuevas sucursales y posiblemente la mayoría no pueda mantenerse por mucho tiempo.
Además, algunos municipios cobran por cada cajero automático (ATM) o terminal de autoservicio que poseen los mismos bancos en las sucursales. Hay localidades que cobran $ 150.000 mensuales por cada cajero automático que tenga la sucursal. Esta medida no solo encarece los servicios financieros y atenta contra la inclusión financiera, sino que también dificulta la expansión y mantenimiento del parque de cajeros automáticos. Cuantos más cajeros se instalen en una sucursal, más se deberá pagar de tasas municipales. Es decir que los municipios penalizan a los bancos si tienen cajeros automáticos y proveen de dicho servicio a los usuarios.
Las tasas municipales no solo son exorbitantemente altas y desproporcionadas, también tienen una tendencia alcista a lo largo de los años. Analizando los 30 municipios que cobran mayores tasas, se registraron alzas de hasta 650% en un año. Si bien las tasas municipales han tenido un comportamiento errático y heterogéneo según cada jurisdicción, la tendencia general es creciente año tras año.
Impacto y consecuencias
Los municipios que cobran tasas municipales exorbitantes perjudican a las personas y empresas de su localidad, debido a que incrementan el costo de la provisión de servicios y restringen su oferta. Paradójicamente, el nivel de gobierno más cercano a los ciudadanos, toman acciones que les limitan sus posibilidades de inclusión financiera y desarrollo económico.
Entre otros efectos es una menor afluencia de sucursales, cajeros y terminales de autoservicios en esas jurisdicciones. Hay casos de entidades que debieron trasladar las sucursales a otros municipios cercanos, debido a que la alta carga de las tasas municipales torna inviables a las sucursales. En otro caso directamente debieron cerrarla, sin posibilidad de traslado. A mayores tasas municipales, menos sucursales, cajeros y servicios. Las tasas municipales pueden “espantar” a las sucursales cuando se tornan excesivas.
Este comportamiento por parte de algunos municipios ha hecho que, en los casos más extremos, se hagan planteos administrativos y judiciales a fin de que las tasas municipales se enmarquen dentro de los parámetros razonables y de acuerdo a su naturaleza jurídica.
Hacia adelante
Aquellos municipios que fijan tasas municipales exorbitantes deberían analizar los perjuicios que están causando y rever su política al respecto. Para los ciudadanos que son, en definitiva, los que terminan pagando ese sobrecosto no siempre es evidente que el origen de los mismos está en los municipios, ya que no les llega a ellos explícitamente el peso de las tasas municipales, pero si sus consecuencias.
Cabe destacar que por otro lado existen muchos municipios con responsabilidad y a favor de sus habitantes, cobrando tasas municipales proporcionales a los servicios que prestan. En esos municipios los bancos pueden desarrollar su potencial de brindar servicios financieros presenciales y a través de los distintos canales automáticos. Este modelo, donde bancos y municipios coordinan esfuerzos para llegar a las empresas y personas, es el modelo a seguir los próximos años.